Dieta especial para
personas que se encuentran dentro del trastorno de espectro autista (TEA)
RESUMEN
El autismo es una
alteración neuropsicológica que suele aparecer a edad temprana y permanece
hasta la edad adulta, y que presenta una prevalencia cada vez mayor. Existe un
desacuerdo en cuanto a su etiología, la cual no está clara, pero sí se conocen
sus manifestaciones, las cuales están relacionadas con las principales áreas
del desarrollo que les hacen tener unos comportamientos y actitudes
característicos. Por esta razón, se incluye en el grupo de trastornos del
desarrollo. Los individuos con TEA presentan una serie de alteraciones
fisiológicas a nivel del sistema gastrointestinal, concretamente relacionadas
con modificaciones en el microbiota gastrointestinal, donde se da una variación
en el número de microrganismos habituales, y en la permeabilidad del intestino.
Esto hace que el microbiota pierda su función de barrera contra agentes
patógenos, los cuales son capaces de atravesarla y provocar daños que dan lugar
a las distintas manifestaciones características del TEA. Además, los individuos
con TEA suelen presentar selectividad alimentaria, término que se utiliza para
hacer referencia a la comida que rechazan, la escasa variedad y las ingestas
restrictivas en algunos alimentos que se ingieren habitualmente. Por tanto, es
muy importante el diagnóstico temprano de la patología, para poder hacer una
intervención nutricional precoz con el fin de evitar desequilibrios
nutricionales. Uno de los tratamientos propuestos para intentar solucionarlo es
un tratamiento basado en la dieta, en la que se incluye la dieta libre de
gluten y caseína, dieta cetogénica, dieta de carbohidratos específicos y dieta baja
en oxalato, así como el aporte de suplementos alimenticios como ácidos grasos
omega-3, probióticos, o vitaminas.
Descriptores: Autismo,
trastorno, TEA, dieta y gluten.
INTRODUCCIÓN
El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del
neurodesarrollo que se caracteriza por dificultades en la comunicación social,
así como por la presencia de intereses restringidos y comportamientos
repetitivos. Según la Organización Mundial de la Salud, la prevalencia
internacional del TEA, es del 0,76%, lo que equivale al 16% de la población
infantil a nivel mundial. Las primeras señales de alerta, incluyen deficiencias
en el contacto visual, falta de respuesta al nombre, dificultad para mostrar y
compartir, ausencia de gestos a los 12 meses y pérdida de habilidades sociales
o del lenguaje. El diagnóstico y las intervenciones para este trastorno se
basan en los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos
Mentales (DSM-V) para los trastornos del espectro autista.
Los síntomas gastrointestinales son comunes en niños con TEA e incluyen
problemas como cambios en los hábitos intestinales, dolor abdominal crónico,
reflujo y vómitos. Es importante tener en cuenta que, si estos síntomas no se
tratan, pueden empeorar los problemas de comportamiento en los niños con TEA,
ya que se asocian con una mayor irritabilidad, ira, conductas agresivas y
trastornos del sueño. Las intervenciones principales para ayudar a aliviar los
síntomas del TEA incluyen estrategias psicosociales como intervenciones
educativas, terapias del habla, terapias conductuales y del desarrollo, así
como programas para mejorar las habilidades parentales. Algunos estudios
sugieren que los suplementos dietéticos y nutricionales pueden ayudar a aliviar
los síntomas del TEA y a mejorar la eficacia de las estrategias y terapias
utilizadas.
En resumen, una dieta enriquecida con nutrientes como probióticos,
vitaminas B y C, omega-3 y baja en gluten puede tener efectos positivos en
niños con TEA. Estos nutrientes juegan un papel importante en el metabolismo y
pueden contribuir a mejorar los síntomas asociados con este trastorno. En la presente investigación se
explora más a fondo los efectos de una dieta enriquecida en nutrientes
probióticos, vitamina B y C, omega 3 y bajas cantidades de gluten, sobre los
signos y síntomas de las personas que se encuentran dentro del espectro
autista.
TRASTORNO
DEL ESPECTRO AUTISTA (TEA)
El autismo
La palabra autismo fue definida por primera vez a finales de la
Segunda Guerra Mundial, en 1943, por el psiquiatra austriaco Léo Kanner, que
describió un síndrome comportamental caracterizado por la alteración del
lenguaje, de las relaciones sociales y de los procesos cognitivos. La
definición la extrajo a partir de la observación de once niños pequeños que
presentaban un patrón conductual similar. En la década de los ochenta del siglo
XX el autismo se concibe como un síndrome conductual que afecta tanto al
desarrollo cognitivo como al afectivo, considerándolo como un trastorno
generalizado del desarrollo (TGD).
El modelo de autismo se consolidó según lo definió Kanner y se fue
perfilando cada vez con más precisión. En 1979, Lorna Wing, usó el término
“Síndrome de Asperger” para describir a un subgrupo de pacientes dentro del
espectro autista. Definió lo que se conoce como “la triada de Wing”, triada de
características presentes en todas las personas con trastornos del espectro
autista: deficiencia en relaciones sociales, en la comunicación y en la
capacidad de crear juegos de ficción. En los inicios del siglo XXI aparece el
DSM 5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales 5)
sustituyendo la denominación actual de trastornos generalizados del desarrollo
por la de trastornos del espectro autista (TEA) incluyendo el trastorno
autista, el trastorno de Asperger, el trastorno desintegrativo infantil y el
trastorno autista no especificado. El TEA se puede definir, según el DSM 5,
como “un trastorno del neurodesarrollo de origen neurobiológico e inicio en la
infancia, que afecta tanto al desarrollo de la comunicación social como de la
conducta, con la presencia de comportamientos e intereses repetitivos y
restringidos. Presenta una evolución crónica, con diferentes grados de
afectación, adaptación funcional y funcionamiento en el área del lenguaje y
desarrollo intelectual, según el caso y momento evolutivo” (Hervás et al.,
2017).
Factores de riesgo del trastorno del espectro autista.
Existen una serie de factores de riesgo comunes para el TEA:
factores genéticos y factores ambientales.
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Factores genéticos: el más
importante es tener uno o varios familiares con TEA.
En tal caso, el
riesgo de tener otro hijo con TEA está entre 10 y 20 veces más que en la
población general. Si hay un hermano afectado por TEA, la probabilidad de
padecerlo aumenta hasta un 50%. Cuando se trata de gemelos monocigotos (mismo
material genético), la probabilidad de que ambos padezcan un TEA es del 60%
pudiéndose incrementar al 90% si hay una alteración en la capacidad de
interacción social.
ü
Factores ambientales: pueden
darse antes y durante el parto
• Edad avanzada tanto del padre como de la madre.
• Enfermedades de la madre durante el embarazo que activen
reacciones inmunológicas, como el lupus eritematoso sistémico.
• Nacimiento prematuro y con bajo peso.
• Problemas durante el parto, sobre todo, falta de suministro de
oxígeno al cerebro del bebé.
• Exposiciones prenatales a medicamentos, como el ácido valproico
durante la gestación para tratar la epilepsia.
• Exposición de madres embarazadas a altos niveles de pesticidas y
contaminación del aire.
Estos factores por sí solos no causan TEA, es la combinación de
ambos lo que aumenta el riesgo de padecerlo.
Existen hipótesis que incluyen en los factores ambientales antes
mencionados, la alteración en la composición del microbiota gastrointestinal,
considerándola como una de las mayores causas del trastorno. El estudio se
centra en el eje intestino-cerebro, donde tienen lugar los mecanismos y las
interacciones de las señales sensoriales y señales bioquímicas que se dan entre
el alimento, el tracto gastrointestinal y el sistema nervioso.
Una alteración permanente en la composición o función del microbiota,
conocida como disbiosis, puede alterar las funciones inmunológicas, el
metabolismo, la permeabilidad intestinal y la motilidad digestiva,
produciéndose un estado proinflamatorio que conlleva a la aparición de
enfermedades digestivas, neurológicas, autoinmunes y neoplásicas (Passos y
Moraes-Filho, 2017).
Por todo ello, han aumentado
los estudios que relacionan los TEA con las alteraciones intestinales y del
microbiota. Esta relación podría constituir una alternativa nutricional para
prevenir y tratar los síntomas del TEA. Existen una amplia variedad de
tratamientos, entre los que podemos encontrar aquellos que se centran en la
dieta y en la salud intestinal, utilizando dietas sin caseína y sin gluten,
suplementos con pre- y probióticos y suplementos multivitamínicos (Van de Sande
et al., 2014).
Sistema gastrointestinal
en personas con trastorno del espectro autista.
·
Sistema gastrointestinal.
Uno de los principales problemas que se observan en los pacientes
autistas, y sobre todo en los niños, es la gran variedad de anomalías
gastrointestinales que presentan. Entre ellas se incluyen: malabsorción, mala digestión,
crecimiento excesivo de microbios (hongos, bacterias y virus) y permeabilidad
intestinal anormal, que pueden causar síntomas como: estreñimiento crónico,
diarrea, dolor abdominal crónico, esofagitis por reflujo, gastritis crónica y
duodenitis crónica.
Sin embargo, muchos de los pacientes con los que se llevan a cabo
los estudios, no son muy expresivos y no manifiestan su malestar
gastrointestinal, si no que reaccionan al dolor mediante otras conductas como
autoestimulación y rabietas.
Dentro las anomalías gastrointestinales comentadas, es importante
tener especialmente en cuenta las alteraciones en la microflora
gastrointestinal de estos individuos, ya que es un problema muy común. En ella
se ha encontrado la proliferación de bacterias anormales gramnegativas
aeróbicas que producen endotoxinas, como Staphylococcus aureus y Escherichia
coli. Esto es peligroso, puesto que pueden ocasionar una lesión intestinal
persistente.
Se puede pensar, que el tratamiento con un antibiótico frente a
estas bacterias podría ser la solución para eliminarlas, sin embargo, en un
estudio realizado en autistas con estas características y con un antibiótico de
tipo no absorbible, se consiguió eliminar dicha microflora anormal y una
disminución de los síntomas gastrointestinales y las conductas autistas, pero
el tratamiento no resultó efectivo, puesto que al poco tiempo las bacterias
anormales volvieron a aparecer en los individuos.
·
Microbiota gastrointestinal.
Se denomina microbiota gastrointestinal, también conocida como
microflora, a un conjunto de microorganismos vivos (bacterias, virus y algunos
eucariotas) que se encuentran en el tubo digestivo y que se han adaptado a
vivir en él, especialmente, en la superficie del intestino. Dicha colonización
del tracto digestivo tiene lugar inmediatamente después del nacimiento, de
manera que en el recién nacido se va formando la microflora, procedente de la
madre y del entorno.
El microbiota actúa como barrera frente a los agentes agresivos del
intestino como los patógenos, compitiendo con éstos por los nutrientes y sitios
de unión, produciendo sustancias inhibitorias y evitando su penetración en el
intestino. Así, se establece una relación de simbiosis entre el microbiota y el
organismo humano de la que se obtienen beneficios mutuos. Esto permite que se mantenga
las funciones inmunológicas, metabólicas y motoras de manera normal, y que se
lleve a cabo una correcta digestión y absorción de nutrientes.
Una alteración permanente en la composición o función del microbiota,
que es lo que conocemos como disbiosis, puede alterar la sensibilidad visceral,
la motilidad y permeabilidad intestinal, la respuesta inmune, pudiendo originar
o favorecer la aparición de distintas enfermedades.
Estas alteraciones pueden relacionarse con la aparición del autismo,
ya que una mucosa intestinal disfuncional facilita la absorción de toxinas,
productos bacterianos, linfocitos, citoquinas proinflamatorias y
neurotransmisores. Éstos pueden llegar al torrente sanguíneo, atravesar la
barrera hematoencefálica y provocar neuro inflamación, dando lugar a lo que se
conoce como eje cerebro-intestino-microbioma.
·
Permeabilidad intestinal.
La permeabilidad intestinal a pequeñas moléculas solubles en agua
está regulada por las uniones estrechas, que son un complejo de proteínas que
se abren y cierran en respuesta a diferentes estímulos como la dieta o la
señalización humoral o neuronal. Entre dicho complejo, existe evidencia de que
la familia de las claudinas (proteínas transmembrana) y la zonulina están
involucradas en la regulación de la permeabilidad selectiva.
En estados patológicos este equilibrio se rompe y la zonulina
aumenta, lo cual se relaciona con disfunción en las uniones estrechas. Además,
fisiológicamente, la exposición del intestino a las bacterias y al gluten,
desencadena la liberación de zonulina. Por esta razón, algunos estudios
sugieren que los individuos con TEA presentan la función de la barrera
epitelial dañada, con una permeabilidad intestinal aumentada (también conocido
como “intestino filtrante”); mientras que otros defienden que estas personas
son propensas a la alergia al gluten, por lo que sería razonable suponer que la
zonulina podría estar involucrada en este proceso.
Por otro lado, el aumento de la permeabilidad intestinal está
relacionado con la sensibilidad y alergias a los alimentos que dan lugar a un
aumento de algunas moléculas ya nombradas (inmunoglobulinas, citocinas
inflamatorias contra proteínas alimentarias específicas y algunos anticuerpos
como lactoglobulina, caseína y β-lactoglobulina).
En el caso del gluten y la caseína, éstos atraviesan la barrera
intestinal filtrante formando glucoteomorfinas y caseomorfinas que
posteriormente producen efectos sobre el sistema nervioso central (eje
cerebro-intestino-microbioma).6 Por esta razón, se ha estudiado la posibilidad
de tratamiento del autismo llevando a cabo una dieta de exclusión de gluten y
caseína.
En resumen, las pruebas disponibles indican que un porcentaje
significativo de los autistas tienen diversas alteraciones gastrointestinales,
entre las que encontramos reflujo gastroesofágico, duodenitis, ileítis,
colitis, disbiosis, aumento de la permeabilidad intestinal y reacciones
inmunitarias a proteínas alimentarias específicas.
Selectividad alimentaria en personas con trastorno del espectro
autista.
La selectividad de los alimentos en individuos con TEA,
principalmente en niños, es importante, puesto que está asociada a una ingesta
dietética inadecuada. Los niños con TEA presentan factores de riesgo en la
dieta por una ingesta inadecuada de nutrientes asociada a una alimentación
selectiva en la que se incluye la falta de variedad en la dieta, preferencia
por alimentos con alto contenido en energía o pobres en nutrientes, consumo de
menos frutas y verduras y mayor consumo de bebidas azucaradas. Por el momento,
existe poca información sobre la relación entre la alimentación selectiva de
los niños con TEA y los factores dietéticos, pero sí se conoce que existe una
mayor prevalencia de rechazo de alimentos y un repertorio limitado de éstos
entre los niños con TEA en comparación con los niños con desarrollo típico.
Este rechazo puede surgir por
múltiples razones fisiológicas y/o de comportamiento. En un estudio realizado
para comprobar la selectividad alimentaria y rechazo a alimentos entre niños
con TEA y niños con desarrollo típico se observó que los niños con TEA eran
significativamente más propensos a rechazar alimentos en función de su
textura/consistencia, sabor/olor, mezclas, marca y forma. La causa del rechazo
de determinados alimentos según este estudio se basa en las características de
dichos alimentos, que puede estar relacionada con las deficiencias en el
procesamiento sensorial, la sensibilidad oral o táctil o la rigidez conductual.
Los alimentos presentan unas determinadas características sensoriales que hacen
que las personas con deficiencias sientan frustración y vean disminuida su
capacidad para comportarse de manera socialmente aceptada a la hora de comer en
su día a día.
Estas dificultades que presentan los niños con TEA para alimentarse,
en forma de conductas indeseables en las comidas y/o deficiencias en las
habilidades, pueden causar preocupación en los padres e impacto en la dinámica
familiar, ya que una mala nutrición puede tener una repercusión en el
desarrollo y en la salud de estos individuos. Así, cualquier desviación con
respecto a un estado nutricional normal (obesidad, sobrepeso, caquexia) en
pacientes con TEA debería ser una señal para los especialistas para instaurar
un tratamiento dietético. Por tanto, de manera general, es importante que los
individuos autistas sigan una dieta controlada por un especialista que le
permita llevar a cabo una alimentación correcta y equilibrada en la que no se
produzcan deficiencias nutricionales que puedan tener repercusiones posteriores
sobre su salud.
Intervención nutricional
en personas con trastorno del espectro autista.
Se ha comprobado que reducir el consumo de determinados productos
está asociado a una disminución en la incidencia de numerosos desórdenes
relacionados con síntomas gastrointestinales. Por ello, en este caso, se debe
centrar en un tratamiento que tiene como base principal la nutrición. La nutrición adecuada es esencial para cualquier persona,
pero puede ser especialmente importante para las personas con autismo. Algunos
individuos con autismo pueden tener necesidades dietéticas específicas debido a
sensibilidades alimentarias, alergias u otros factores. Además, una dieta
equilibrada puede influir positivamente en el comportamiento, el estado de
ánimo y la función cognitiva de las personas con autismo.
Dieta libre de gluten y
caseína (LGLC)
Esta dieta es la alternativa más comúnmente utilizada, lo cual
podemos justificar debido a la sensibilización de alimentos que presentan los
individuos con TEA, mencionado anteriormente. Además de los problemas
gastrointestinales, inflamación intestinal y aumento de la permeabilidad
intestinal, el gluten y la caseína pueden producir muchas manifestaciones
neurológicas características del autismo. Diversas investigaciones han señalado
la posible relación existente entre el consumo de leche de vaca y cereales con
gluten, con una serie de trastornos como las alergias, las intolerancias
alimenticias y los efectos opiáceos de estos alimentos; pudiendo provocar
deficiencias alimentarias y algunos síntomas conductuales en niños dentro del
espectro autista. Por esta razón, esta dieta consiste en eliminar por completo
aquellos productos que son fuente principal de estas dos proteínas.
La caseína es la proteína principal de la leche de vaca y otros
productos de alimentación diaria. La eliminación de estos alimentos puede dar
lugar a insuficiencias de calcio, mineral imprescindible para la correcta
formación y desarrollo de los huesos y dientes de los niños. Afortunadamente,
hay alternativas que permiten solventar este problema, ya que existen otros
productos procedentes de la leche de oveja o cabra que tienen una composición
similar a la leche de vaca. Sin embargo, hay que tener en cuenta que éstos
podrían dar lugar a la aparición de nuevas alergias.
La caseína y el gluten, por su estructura no pueden ser digeridas
por completo. Esto se conoce como deficiencia enzimática y hace que muchos
niños con TEA no puedan desdoblar las proteínas. Como consecuencia de esta
deficiencia, se forman unos péptidos denominados gluteomorfina y caseomorfina,
que pueden actuar como opiáceos, ya que son péptidos bioactivos que pueden
atravesar la membrana intestinal y llegar a tejidos periféricos a través de la
circulación sistémica, pudiendo alterar el metabolismo celular como inductores
hormonales y neurotransmisores.
En el caso de la caseomorfina, la evidencia científica afirma que la
única enzima conocida capaz de hidrolizarla es la Dipeptidil Peptidasa IV
(DPP-IV), la cual se encuentra ausente o disminuida en niños con TEA debido a
mecanismos genéticos o porque ha sido desactivada (por ejemplo, por algún
mecanismo autoinmune). Se sospecha que ésta puede ser una de las causas
posibles de las anormalidades de estos niños.
En el caso del gluten, los individuos que no pueden metabolizarlo,
producen gliadina-A, molécula que se une a los receptores opiáceos C y D, los
cuales están asociados a alteraciones en el estado de ánimo y en la conducta.
En relación a las anormalidades en la conducta de los niños con autismo, se
reconoce a la conexión cerebro-intestino con una base fisiopatológica entre
dolencias gastrointestinales y una variedad de enfermedades neurológicas, donde
el deterioro en la permeabilidad intestinal es el enlace para explicar la
asociación entre el autismo, la respuesta inmune inadecuada, la alergia a
múltiples alimentos, el sobre crecimiento de hongos y el déficit de
micronutrientes.
Por tanto, se ha considerado que llevar a cabo esta dieta libre de
gluten y caseína es una intervención muy eficaz para mejorar los síntomas
principales del autismo: síntomas GI (gastrointestinales), contacto visual,
hiperactividad, interacción social y hábitos alimentarios. Existen diversos
grupos de apoyo y foros on line en los que padres de niños con autismo comentan
que dicha dieta favorece cambios significativos y positivos en los síntomas
mencionados. Sin embargo, solo hay dos estudios comparativos en torno a la
eficacia de esta dieta en el tratamiento del autismo, pero los dos obtuvieron
resultados positivos. Además, la mayoría de médicos consideran que la dieta
debe tener una duración de al menos 60 días para evaluar su eficacia.
Por otro lado, se debe tener en cuenta que el mantenimiento de esta
dieta puede ser muy estresante para los niños; puesto que éstos suelen ser
antojadizos, y además puede suponer un gasto adicional económico, ya que los
alimentos que componen esta dieta suelen ser costosos. Es muy importante que
esta dieta (al igual que todas) sea supervisada por un profesional, el cual
debe controlar principalmente que el aporte calórico y el peso del niño sea el
correcto, con el objetivo de evitar posibles deficiencias nutricionales que
podrían aparecer si esto no se controla.
Cuando se inicia un
tratamiento, es primordial conocer si los cambios que se producen en el
paciente son debidos a dicho tratamiento o a otros factores externos. De modo
que es importante que cuando se inicia el tratamiento con la dieta de exclusión
de gluten y caseína, no se realicen otros cambios adicionales en el paciente
(como el inicio de complementos nutricionales), para así poder asegurar de que
la posible mejoría o no de la conducta o síntomas autistas se deban únicamente
y pueden atribuirse a este cambio en la dieta.
Dieta cetogénica
También, conocida como dieta keto, en su forma abreviada, es un plan
de alimentación bajo en carbohidratos y rico en grasas que ofrece muchos
beneficios para la salud.Se trata de una dieta con un alto porcentaje de
grasas, una baja cantidad de hidratos de carbono y un adecuado aporte de
proteínas. Se diseña con una proporción específica de grasas frente a
carbohidratos y proteínas. Existen cuatro tipos de dietas cetogénicas: la
clásica, la que contiene triglicéridos de cadena mediana, la modificada de
Atkins y la de bajo índice glucémico. La dieta cetogénica está implicada en
diversos mecanismos de acción, incluyendo, el efecto antiepiléptico directo de
los cuerpos cetónicos, la acción antiinflamatoria, la estabilización de la
membrana neuronal, la modificación de receptores y canales iónicos, y la
regulación del metabolismo redox mitocondrial al aumentar la expresión de las
proteínas desacopladas.
La dieta debe usarse durante 2-3 años después de un periodo inicial
de ayuno, cuando la concentración de cetonas en la orina alcanza los niveles
requeridos. Durante la dieta, el cuerpo se encuentra en el estado de cetosis,
donde se produce un cambio metabólico por el uso de glucosa, y la principal
fuente de energía son los compuestos cetónicos formados a partir de ácidos
grasos en la sangre. El tratamiento con dietas cetogénicas en pacientes con TEA
requiere de un control tanto del médico como del dietista. Durante el
tratamiento los pacientes deben controlar la concentración de cuerpos cetónicos
en el suero sanguíneo, sino existe un alto riesgo de que ocurran trastornos
metabólicos.
Dieta de carbohidratos
específicos (SCD)
Fue la primera dieta descrita e introducida como uno de los posibles
métodos para el tratamiento del autismo. Aunque inicialmente fue utilizada en
pacientes con enteropatía inflamatoria, enfermedad celiaca y otros problemas
intestinales, posteriormente ha sido utilizada en pacientes autistas. La dieta
de carbohidratos específicos tiene como propósito aliviar los síntomas de
malabsorción y prevenir el crecimiento de la microflora intestinal patógena.
En esta dieta se recomiendan principalmente monosacáridos, cuyas
fuentes son la fruta, algunas verduras y la miel, entre otros, mientras que se
restringe el consumo de carbohidratos complejos. El objetivo principal de esta
dieta es restaurar la función normal del intestino y prevenir el desarrollo de
microorganismos patógenos intestinales. Los alimentos que se recomiendan son
carne, huevo, quesos naturales, yogur casero, verduras (repollo, coliflor,
cebolla, espinacas, pimientos), fruta fresca, nueces y lentejas.
Dieta baja en oxalato.
En la disfunción del sistema gastrointestinal, ciertas sustancias
como los oxalatos pueden afectar al desarrollo neurológico de los niños y
causar anormalidades en el sistema nervioso. En pacientes con TEA se han
encontrado concentraciones tres veces mayores de oxalato en plasma y en orina
en comparación con los valores recomendados.
Los alimentos especialmente ricos en oxalatos son las espinacas,
remolachas, cacao, té negro, higos, ralladura de limón, manzanas verdes, uvas
negras, kiwis, mandarinas, fresas, bayas, avena, trigo, anacardos, avellanas,
almendras y arándanos. Los pacientes con TEA deben limitar la ingesta de
oxalatos a 40-50 mg/día. Durante el tratamiento con dieta baja en oxalato, los
pacientes deben recibir suplementos según corresponda, como arginina, taurina,
vitaminas A y E, glucosamina, tiamina, magnesio, citrato, calcio y zinc.
Suplementos dietéticos.
Ácidos grasos
omega-3
Un déficit o insuficiencia de ácidos grasos omega-3 puede afectar al
desarrollo normal del sistema nervioso en niños, dando lugar a pérdida de la concentración,
hiperactividad, dislexia, dispraxia y TEA.
Es frecuente que niños
autistas presenten niveles de ácidos grasos omega-3 disminuidos, razón por la
cual éstos se utilizan como complementos nutricionales en el tratamiento del
autismo, mejorando su capacidad lingüística, lectura, pronunciación y
habilidades matemáticas.
La dosis de ácidos grasos
omega-3 no está establecida, pero se conoce que una dosis demasiado elevada
puede desencadenar hiperactividad en algunos niños. Por esta razón, el
tratamiento se inicia a dosis bajas y se van aumentando progresivamente.
Probióticos
Los probióticos son bacterias similares a las bacterias beneficiosas
que se producen naturalmente en el intestino humano. También se conocen como
“microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas,
confieren un beneficio para la salud del huésped”. Los efectos de éstos varían
según la especie y la cepa o cepas de bacterias elegidas, las diferencias
genéticas y la naturaleza de las interacciones entre bacterias y huéspedes.
La investigación sobre
probióticos ha demostrado su eficacia en una amplia variedad de problemas de
salud, incluidos los síntomas gastrointestinales (frecuentes en individuos con
TEA) y además, han demostrado actividad para influir en el sistema inmunitario
del huésped. Por estas razones, se puede considerar útil el uso de probióticos
como tratamiento en niños con TEA.
Los individuos sanos tienen la barrera intestinal intacta, lo cual
es fundamental para mantener un buen estado de salud y prevenir lesiones en los
tejidos, sin embargo, esto no se cumple en individuos con TEA, los cuales
suelen presentar una serie de parámetros anormales (presencia de
inmunoglobulinas o moléculas del complemento) que sugieren la presencia de
procesos inflamatorios y/o componentes autoinmunes que pueden afectar a la
integridad de dicha barrera.
Los probióticos son capaces
de estabilizar la barrera mucosa mediante un aumento en la expresión de algunas
moléculas, reduciendo el crecimiento excesivo de bacterias y sintetizando
sustancias antioxidantes. De manera que esto podría ser una posible
justificación de que los probióticos pueden desempeñar un papel importante en
el mantenimiento o mejora de la función de la barrera intestinal. Además, se ha
demostrado que probióticos específicos tienen éxito en prevenir la recurrencia
de la inflamación en algunas situaciones y enfermedades como la enfermedad
inflamatoria intestinal. Sin embargo, debido a las controversias que existen en
cuanto a la naturaleza de la patología gastrointestinal en el TEA, los estudios
que abordan el uso de los probióticos pueden tener que limitarse al tratamiento
de los síntomas gastrointestinales. Además, no existen estudios bien diseñados
que afirmen su eficacia en humanos, aunque en estudios con animales,
prácticamente todas las funciones gastrointestinales alteradas en el TEA han
mejorado con el uso de probióticos.
Por tanto, los probióticos pueden ser útiles para restablecer el
equilibrio microbiano en el intestino, aliviar problemas gastrointestinales y
disminuir anomalías inmunológicas. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los
ensayos deben realizarse con grupos de tamaño suficiente y seleccionar las
cepas bacterianas más adecuadas.
Vitaminas
Vitamina B6 y
magnesio
La vitamina B6 participa en la síntesis de neurotransmisores como la
serotonina, el ácidoaminobutírico (GABA), dopamina (DA), noradrenalina (NE) y
epinefrina (E). Los individuos con TEA pueden presentar una síntesis bioquímica
anormal de estos neurotransmisores, así como una deficiencia de minerales y
vitaminas asociada a una función intestinal anormal y sistemas inmunes dañados.
Se ha demostrado que al tratar a las personas con TEA con suplementos
dietéticos de vitamina B6 y magnesio mejoraron significativamente su
comportamiento en comparación con los que no lo tomaron.
Vitamina C
La vitamina C es esencial para muchos procesos bioquímicos
involucrados en la síntesis de neurotransmisores y también tiene propiedades
antioxidantes para proteger el cuerpo contra los radicales libres. Se considera
que la vitamina C previene la desregulación del cerebro reduciendo así la
inflamación cerebral. Se han realizado estudios sobre el efecto de los
suplementos multivitamínicos en dosis moderadas, que contienen vitamina C, y
los especialistas consideran que los suplementos con vitamina C son apropiados
para personas con TEA que presentan niveles bajos de esta vitamina en suero, ya
que puede afectar positivamente al comportamiento patológico de personas con
este trastorno. La tolerancia de vitamina C en personas con TEA puede ser
variable, por lo tanto, los pacientes deben ser monitorizados continuamente por
un médico.
Vitamina A
La suplementación con vitamina A puede ser efectiva para tratar los
síntomas del TEA, ya que, según un estudio, hay ausencia de un gen específico
en pacientes con TEA que codifica una proteína esencial en la síntesis de
vitamina A. Por ello, se observó que la terapia con suplementación de vitamina
A mejoraba las habilidades del lenguaje y la atención en personas con TEA. Es
importante tener en cuenta que cualquier suplemento de vitamina A debe
realizarse bajo la supervisión del personal médico, ya que solo existe una
pequeña diferencia entre las dosis terapéuticas y tóxicas del retinol.
Vitamina D
La vitamina D tiene un efecto neuroprotector y participa en la
interacción de los neurotransmisores en el cerebro y las hormonas. Por ello, se
ha estudiado si la deficiencia de vitamina D en madres embarazadas podría ser
un factor de riesgo para el TEA, sugiriéndose que una ingesta adecuada de
vitamina D o su suplementación puede reducir el riesgo de padecer TEA al
participar en el desarrollo adecuado del cerebro y el sistema inmunitario.
CONCLUSIÓN
El trastorno del espectro autista es una afección relacionada con el
desarrollo del cerebro que afecta la manera en la que una persona percibe y socializa
con otras personas, lo que causa problemas en la interacción social y la
comunicación. El autismo, además es un trastorno del desarrollo con una
prevalencia creciente, vinculado a alteraciones significativas en el sistema
gastrointestinal de las personas que lo padecen.
La modificación del microbiota intestinal desempeña un rol crucial
en la etiología del trastorno, con la proliferación de bacterias anormales que
afectan la función de barrera y protección del organismo, lo que puede dar paso
a problemas asociados al autismo. Este proceso puede resultar en un aumento de
la permeabilidad intestinal, relacionado con selectividad, sensibilidad y
rechazo de alimentos, así como alergias alimentarias que influyen en la
alimentación de las personas con TEA y contribuyen a deficiencias nutricionales
asociadas a los comportamientos característicos del trastorno.
Dentro de los tratamientos dietéticos propuestos se encuentran la
dieta libre de gluten y caseína, la dieta de carbohidratos específicos, la
dieta cetogénica y el uso de suplementos como ácidos grasos omega-3 y
probióticos. La dieta de exclusión de gluten y caseína es la alternativa más
comúnmente utilizada debido a las dificultades que enfrentan las personas con
TEA para metabolizar estas proteínas, lo que puede dar lugar a la formación de
nuevas moléculas problemáticas que desencadenan manifestaciones del trastorno. Esta dieta promueve la mejora de los
síntomas cognitivos, tracto gastrointestinal, permeabilidad intestinal e
hipersensibilidad. Asimismo, provoca una mejoría en el comportamiento social y
comunicación.
La dieta de carbohidratos específicos busca restablecer la función
normal del intestino y prevenir el desarrollo de microorganismos patógenos en
él, aunque aún no existen pruebas específicas sobre su eficacia en el
tratamiento del autismo. Para finalizar es importante destacar que la ingesta de omega 3 tiene
como resultado, en los pacientes con TEA, un aumento de las palabras producidas
y el uso de gestos combinados, así como una mejora en la motivación social, en
la conciencia y funcionamiento comunicativo social. También produce un efecto
positivo en el comportamiento estereotipado y en la hiperactividad.