LA DEMOCRACIA Y EL SUFRAGIO
1. Democracia:
1.1. Origen de la democracia:
La democracia aparece por primera vez en
muchas de las antiguas civilizaciones que organizaron sus instituciones sobre
la base de los sistemas comunitarios e igualitarios tribales (democracia
tribal). El origen de la democracia se remonta a la Antigua Grecia, a los
siglos VII y IV a.C. en Atenas, donde el gobierno y las decisiones eran tomadas
por la Asamblea, constituida por ciudadanos libres. De todos modos, esta dejaba
de lado a los esclavos, las mujeres y los extranjeros de la participación
política, ya que a la Asamblea tenía acceso sólo el 25% de la población. Sin
embargo, en la plaza pública todos tenían derecho a discutir acerca de los
temas de interés común.
Luego, a través de la historia se han
desarrollado modos incipientes de sistemas democráticos. En la Edad Media,
Europa tuvo sus inicios con la aparición de una aristocracia que sostenía
algunos principios democráticos, tal como la toma de decisiones hechas de forma
colectiva, que restaban poder a la clase noble y a los monarcas.
Asimismo, hubo otras formas de democracia
durante el desarrollo de los cantones suizos en el siglo XIII y los
ayuntamientos en España en el siglo XII.
El término democracia proviene del griego antiguo (δημοκρατία) y fue
acuñado en Atenas en el siglo V a. C. a partir de los vocablos δῆμος (dḗmos,
que puede traducirse como «pueblo») y -κρατία -kratía, de la raíz de κράτος
(krátos, que puede traducirse como «fuerza», «dominio» o «poder»). De todas formas, el significado del término ha cambiado
varias veces con el tiempo, y la definición moderna ha evolucionado mucho,
sobre todo desde finales del siglo XVIII, con la sucesiva introducción de
sistemas democráticos en muchas naciones y sobre todo a partir del
reconocimiento del sufragio universal y del voto femenino en el siglo XX. Hoy
en día, las democracias existentes son bastante distintas al sistema de
gobierno ateniense del que heredan su nombre.
1.2. Definición de democracia
La democracia es una forma de gobierno del
Estado donde el poder es ejercido por el pueblo, mediante mecanismos legítimos
de participación en la toma de decisiones políticas. Etimológicamente, la
palabra proviene del griego δημοκρατία (democratía), que se compone de los
términos δῆμος (démos), que significa ‘pueblo’, y κράτος (krátos), que
significa ‘poder’. Así, la democracia es el gobierno del pueblo. El término
democracia es extensivo a las comunidades o grupos organizados donde todos los
individuos participan en la toma de decisiones de manera participativa y
horizontal.
La democracia es uno de los sistemas
políticos y de organización social más populares del mundo contemporáneo, a
pesar de haber sido inventado en la Antigüedad Clásica. Su rasgo fundamental es
que confiere el poder de decisión en la conducción del Estado (es decir, la
soberanía) al pueblo, que se expresa mediante la voluntad de las mayorías. Esto
significa que, en una democracia, las instituciones están para ejecutar y
defender la voluntad del pueblo, ya que este último les transfiere o delega el
control del Estado en mayor o menor medida.
Por ejemplo, las decisiones
trascendentales de la vida nacional deben someterse a consulta o votación
popular, tales como la designación de los cargos políticos de los poderes
ejecutivo y legislativo. Para que este método de consulta sea válido, todos los
ciudadanos en edad y condiciones legales para elegir deben poder hacerlo
libremente, de manera secreta y universal. La democracia es un modelo de
gobierno en el cual el poder decisorio en materia económica, política y social
recae sobre la población. Esta emplea dicho poder para elegir a sus
representantes y conformar instituciones.
1.3. Características de la democracia
La
democracia puede ser entendida como una doctrina política y una forma de
organización social. En general, la democracia se caracteriza por:
·
Elegir a sus
representantes políticos mediante el sufragio popular, sea de manera directa o
indirecta.
·
Respetar la institucionalidad
republicana, esto es, la independencia de poderes y el imperio de la ley
(Estado de derecho).
·
Separar completamente
los espacios de lo legal (Estado) y lo moral (Religión), y por lo tanto guiarse
por una Constitución Nacional en lugar de un libro sagrado.
·
Respetar los derechos
humanos fundamentales y garantizar las libertades civiles básicas, según lo
contemplado en la Declaración Universal de Derechos de Humanos y en su propio
texto constitucional.
Entre otras muchas de sus características,
se pueden mencionar las siguientes:
·
Respeto por los
derechos humanos consagrados por la Organización de las Nacionales Unidas;
·
Libertad individual;
·
Libertad para la
asociación y beligerancia política;
·
Presencia de múltiples
partidos políticos;
·
Distribución del poder
en diferentes actores sociales;
·
Sufragio universal,
libre y secreto;
·
Representatividad;
·
Alternancia en el
poder;
·
Libertad de prensa y
opinión;
·
Igualdad ante la ley;
·
Limitación del poder de
los gobernantes;
·
Apego al Estado de
derecho consagrado en una Constitución, Carta Magna o Ley Suprema.
·
Puede adaptarse a
diferentes modalidades de organización gubernamental. Por ejemplo:
Ø Sistema republicano: en el que el liderazgo recae sobre un
presidente.
Ø Monarquías parlamentarias: en las que existe la figura del
primer ministro, con atribuciones semejantes a las del presidente.
1.4. Tipos de democracia
Las democracias puras y representativas
garantizan la libertad de expresión y culto. Existen diversos tipos de
democracia. Entre los principales, se destacan:
La democracia directa o pura. Es un
tipo de gobierno en el que los ciudadanos ejercen el poder sin ningún
intermediario. Las decisiones son deliberadas en audiencias públicas.
La democracia indirecta o
representativa. Es un tipo de gobierno en el que los representantes del
pueblo (que fueron elegidos por todos los ciudadanos mediante sufragio), son
quienes toman las decisiones.
La democracia semidirecta. Es un
tipo de gobierno que combina tanto a los representantes elegidos por el pueblo
para ejecutar ciertas funciones, como al pueblo que participa de manera directa
para decidir sobre otros asuntos.
La democracia parcial. También
denominado “no liberal”, es un tipo de gobierno en el que, a pesar de existir
la convocatoria a elecciones y algunos principios democráticos básicos, las
actividades del gobierno no son de conocimiento del pueblo.
La democracia constitucional.
También denominado “estado de derecho”, es un tipo de gobierno que se basa en
una ley fundamental o estatuto donde están escritas todas las leyes y los
derechos de los ciudadanos, que todo gobierno debe respetar.
La democracia parlamentaria. Es un
tipo de gobierno que se diferencia de la democracia representativa porque los
ciudadanos ceden la elección por sufragio al poder ejecutivo, que está en manos
de los parlamentos subordinados por un jefe de estado o monarca.
1.5.
Valores y principios generales de la
democracia.
La igualdad y libertad. Corresponde a que
todos los individuos son iguales ante la ley y son libres de obrar a su modo,
en la medida que no actúen en contra de lo establecido en la ley.
La representatividad. Corresponde al
derecho de cada ciudadano a ser representado por una autoridad, debido a que es
imposible que el pueblo delibere o gobierne de manera directa en todas las
decisiones cotidianas.
La constitucionalidad. Corresponde a la
ley fundamental. Es un estatuto de carácter jurídico-político que establece la
división de poderes y sus alcances, garantiza los derechos y las libertades de
todos los ciudadanos.
La descentralización de decisiones.
Corresponde a la distribución del poder entre varios agentes que consensuan y
deliberan las decisiones, de manera pluralista para evitar el abuso de
autoridad de un único ente.
Los derechos humanos. Corresponden a un
conjunto de principios y normas que regulan las relaciones humanas en toda
sociedad y que la democracia garantiza para cada ciudadano (como son la
participación en la política, la libertad de expresión y de culto).
La participación política y el pluralismo.
Consiste en la diversidad de grupos de representantes con intereses diferentes
o contrapuestos, para que el proceso de participación ciudadana resulte
democrático al disponer de partidos políticos que respeten las diferentes
voluntades de toda la sociedad.
La igualdad del voto. Obviamente, existen
condiciones mínimas requeridas para ejercer el derecho al voto, como pueden ser
la edad mínima elegible o la solvencia con determinadas obligaciones legales,
dependiendo de lo estipulado en la Constitución de un país. Pero en principio,
el voto de absolutamente toda la población votante debe siempre valer lo mismo
y darse bajo las mismas exactas condiciones de secrecía y libertad.
La limitación del poder. De manera
similar, toda forma de poder político en una democracia deberá necesariamente
tener límites, y las distintas instituciones republicanas del Estado deberán
velar porque así sea. Por lo tanto, la Constitución o Carta Magna del país rige
la legitimidad de todas las autoridades políticas y tendrá la última palabra
respecto a los mecanismos y procedimientos para garantizar el respeto a la
voluntad popular.
Principio de Soberanía Nacional. Significa
que el único soberano legítimo es el pueblo, y que la legitimidad surge de la
voluntad ciudadana, expresada mediante el voto.
Principio de la mayoría y defensa de los
derechos de las minorías. Alude al problema de unificar intereses –diversos y
contradictorios- en sociedades tan grandes y complejas como las actuales. Ante
ello, el criterio que guía las decisiones políticas es el de la mayoría. Sin
embargo, esta regla requiere la participación de las minorías, quien tienen
derecho no sólo de existir sino también de influir en esa toma de decisiones.
Esta dinámica de mayorías y minorías se relaciona con la existencia de partidos
políticos.
Principio de representación política
democrática. Este principio es ineludible para que la sociedad pueda funcionar,
debido a la inviabilidad de poner a discusión y votación del pueblo todas las
decisiones del gobierno; esta situación no anula el plebiscito como recurso
para conocer la opinión directa de los ciudadanos en casos excepcionales.
1.6. Temas relacionados con la democracia
Transición y cultura democrática. En
aquellos países que no tienen una fuerte tradición democrática, la introducción
de elecciones libres por sí sola raramente ha sido suficiente para llevar a
cabo con éxito una transición desde una dictadura a una democracia. Es
necesario también que se produzca un cambio profundo en la cultura política,
así como la formación gradual de las instituciones del gobierno democrático.
Hay varios ejemplos de países que solo han sido capaces de mantener la
democracia de forma muy limitada hasta que han tenido lugar cambios culturales
profundos, en el sentido del respeto a la regla de la mayoría, indispensable
para la supervivencia de una democracia.
Uno de los aspectos clave de la cultura
democrática es el concepto de «oposición leal». Este es un cambio cultural
especialmente difícil de conseguir en naciones en las que históricamente los
cambios en el poder se han sucedido de forma violenta. El término se refiere a
que los principales actores participantes en una democracia comparten un
compromiso común con sus valores básicos, y que no recurrirán a la fuerza o a
mecanismos de desestabilización económica o social, para obtener o recuperar el
poder.
Esto no quiere decir que no existan
disputas políticas, pero siempre respetando y reconociendo la legitimidad de
todos los grupos políticos. Una sociedad democrática debe promover la
tolerancia y el debate público civilizado. Durante las distintas elecciones o
referéndum, los grupos que no han conseguido sus objetivos aceptan los
resultados, porque se ajusten o no a sus deseos, expresan las preferencias de
la ciudadanía.
Especialmente cuando los resultados de
unas elecciones conllevan un cambio de gobierno, la transferencia de poder debe
realizarse de la mejor forma posible, anteponiendo los intereses generales de
la democracia a los propios del grupo perdedor. Esta lealtad se refiere al
proceso democrático de cambio de gobierno, y no necesariamente a las políticas
que ponga en práctica el nuevo gobierno.
El proceso de expansión mundial de las
instituciones representativas entre mediados de los años setenta y el final del
Siglo XX, conocido como Tercera Ola de Democratización según la denominación de
Samuel Huntington (1991), produjo un número considerable de regímenes híbridos
y democracias duraderas, pero de calidad menos que óptima. Este saldo no se
ajustaba a las expectativas iniciales de muchos politólogos y puso en cuestión
algunos de los supuestos de la transitología, el paradigma teórico que había
predominado en los análisis de la ola democrática. Uno de estos supuestos era
que la viabilidad de la democracia no dependía de la existencia de pautas
culturales específicas arraigadas en la sociedad, sino principalmente de la
racionalidad de los actores políticos.
El
problema de la calidad de las nuevas democracias generó un renovado interés por
la cultura política, un enfoque que había surgido a principios de los años
sesenta con los estudios pioneros de Gabriel Almond, Sidney Verba, Harry
Eckstein y otros. La difusión de encuestas transnacionales, como la World
Values Survey, la European Social Survey y los Barómetros regionales, igual que
los estudios de caso, han impulsado el progreso de esta corriente. La
investigación empírica desarrollada a partir de la década de los ochenta, en la
que sobresalen los trabajos de Ronald Inglehart, Robert D. Putnam y Christian
Welzel, sugiere que un sistema definido de valores, creencias y hábitos parece
ser esencial para la estabilidad, profundidad y efectividad de la democracia.
Este conjunto convergente de teorías,
hipótesis y modelos subraya la influencia que ejercen en la calidad de las
nuevas democracias rasgos culturales como los “valores de emancipación” o
“autoexpresión”, el “capital social” o “comunidad cívica”, el apoyo de la
población al sistema democrático y la confianza en las instituciones. Entre los
elementos específicos de la cultura, tendrían un papel crítico el respeto por
los otros, las aspiraciones de libertad, la igualdad de género, la confianza interpersonal,
la participación política autónoma y la inserción en organizaciones voluntarias
con objetivos que beneficien al conjunto de la sociedad.
Democracia y república. Las diferencias y
similitudes entre los conceptos de «democracia» y «república» dan lugar a
varias confusiones habituales y diferencias de criterio entre los
especialistas. En general puede decirse que la república es un tipo de gobierno
en el que se permite la participación de personas distintas en el ejercicio del
poder político, lo cual evita que una misma persona ocupe un escaño en el
poder. Por su lado, la democracia es un sistema en el que el poder político
emana del pueblo y conlleva diversos principios tales como la división del
poder, el control del poder y el trato igualitario entre los miembros de la
sociedad.
Una república puede no ser democrática,
cuando se encuentran excluidos amplios grupos de la población, como sucede con
los sistemas electorales no basados en el sufragio universal, o en donde
existen sistemas racistas en los que, si bien permiten la transición del poder
político a distintas personas, desconocen principios como la igualdad, la
participación y la posibilidad de manifestar la oposición por parte de
cualquier persona de la sociedad.19
Democracia y autocracia. Democracia:
Participación del pueblo en la creación de las leyes. El poder se constituye de
abajo hacia arriba, es decir desde el pueblo. Autocracia: Los ciudadanos no
participan libremente en la creación de leyes. El poder se constituye de arriba
hacia abajo, es decir desde el gobernador o el grupo que gobierna.
Democracia y pobreza. Parece existir una
relación entre democracia y pobreza, en el sentido de que aquellos países con
mayores niveles de democracia poseen también un mayor PIB per cápita, un mayor
índice de desarrollo humano y un menor índice de pobreza. Sin embargo, existen
discrepancias sobre hasta qué punto es la democracia la responsable de estos
logros. Sin embargo, Burkhart y Lewis-Beck46 (1994) utilizando series temporales
y una metodología rigurosa han descubierto que:
El desarrollo económico conduce a la
aparición de democracias. La democracia por sí misma no ayuda al desarrollo
económico. La investigación posterior reveló cual es el proceso material por el
que un mayor nivel de renta conduce a la democratización. Al parecer un mayor
nivel de renta favorece la aparición de cambios estructurales en el modo de
producción que a su vez favorecen la aparición de la democracia:
Un mayor nivel de renta favorece mayores
niveles educativos, lo cual crea un público más articulado, mejor informado y
mejor preparado para la organización. Un mayor nivel de desarrollo favorece un
mayor grado de especialización ocupacional, esto produce primero el
favorecimiento del sector secundario frente al primario y del terciario
respecto al secundario.
La afirmación de que el desarrollo
económico conduce a la aparición de democracias ha merecido también algunas
críticas,47 que sostienen que se trataría de una relación espuria. Más que
conducir directamente a la democracia, el desarrollo económico habría producido
transformaciones en la estructura de clases de la sociedad capitalista, que
posibilitaron una progresiva estabilización democrática en el mundo en los
últimos 150 años, pero el desarrollo económico no condujo a la democracia en
otros períodos previos de la historia. Asimismo, incluso en el siglo XX,
algunas regiones como América Latina experimentaron retrocesos de la democracia
en medio de procesos de modernización y expansión económica.484950
Un importante economista, Amartya Sen, ha
señalado que ninguna democracia ha sufrido nunca una gran hambruna, incluidas
democracias que no han sido muy prósperas históricamente, como India, que tuvo
su última gran hambruna en 1943 (y que algunos relacionan con los efectos de la
Primera Guerra Mundial), y que sin embargo tuvo muchas otras en el siglo XIX,
todas bajo la dominación británica.
Democracia económica. El término
democracia económica se utiliza en economía y sociología para designar a
aquellas organizaciones o estructuras productivas cuya estructura decisional se
basa en el voto unitario (una persona = un voto, o regla democrática),
contrariamente a lo que se produce empresas privadas típicas de carácter
capitalista, donde impera el voto plural ponderado por la participación en el
capital (una acción = un voto). El ejemplo típico de empresa democrática es la
cooperativa, uno de cuyos principios cooperativos es precisamente el principio
democrático de decisión. El ejemplo de democratización de la economía aplicado
a mayor escala fueron los consejos de trabajadores y consumidores instituidos
en la Unión Soviética.
1.7. Importancia de la democracia
El ejercicio de la democracia es el que
mejor refleja los hábitos y costumbres cívicos de una sociedad, en la
actualidad, esta práctica reclama la procuración de una experiencia política en
la que la ciudadanía ejerza su derecho y tenga los conocimientos para tomar
mejores decisiones. La democracia es
considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en
armonía. En una democracia ideal la participación de la ciudadanía es el factor
que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y
ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes. En ese
sentido, solamente con la participación efectiva, la voluntad, así como con la
sinergia entre los tres órdenes de gobierno y la sociedad la democracia se
puede tornar en una realidad ideal.
La democracia tiene importancia fundamental
en la formación del ciudadano y del estado democrático. Ejercemos nuestro papel
de derecho y deberes para con nuestro medio social. La democracia nos da el
derecho de juzgamiento sin influencia, capacidad de ir y venir y también el
derecho de escoger a nuestros representantes en la hora del voto. La
importancia de la democracia es básicamente la prevención de la barbarie que
muchos ya adoptaron en el pasado. En un sistema de gobierno totalitario todo
puede suceder, como de hecho casi todo sucedió en los numerosos casos en el
pasado. Bata estudiar un poco para entender que cuando el poder se concentra
mucho en una persona o en un grupo muy pequeño de personas la posibilidad de
eso funcionar es muy limitada. Algunos gobernantes en la antigüedad llegaron al
absurdo de obligar al pueblo de adorarlo, como se ve en la civilización egipcia
por ejemplo. La democracia proyecta en los ciudadanos la oportunidad a una vida
digna, al trabajo, a estudiar, a votar, a protestar y exigir transparencia en
los asuntos políticos de nuestros representantes en el poder.
2. EL Sufragio
2.1. Origen De Sufragio
El término sufragio tiene origen en el
vocablo latino suffragĭum, y se refiere al derecho de participar a través del
voto, de forma constitucional y política, en un sistema electoral donde se
eligen entre las personas candidatas para que ocupen cargos en entidades
públicas o privadas en la política. Este término también se refiere al voto en
sí o a la opción tomada por cada una de las personas que son consultadas,
especialmente en materia política, en una asamblea para realizar un voto.
Durante toda la Historia, ha habido
numerosos colectivos, como los esclavos, los presos, los discapacitados tanto
físicamente como intelectualmente (psíquicos), las mujeres, los analfabetos,
los militares, los policías, los pobres, etc., que han sido excluidos del
derecho a votar por muchas razones. Actualmente todos los ciudadanos adultos,
es decir, mayores de edad y en plenas facultades pueden ejercer su voto en la
política en la mayoría de los países. Las mujeres votaron por primera vez en el
siglo XX. El primer país en el mundo en otorgar a sus ciudadanos el derecho a
votar fue Nueva Zelanda en 1893. Finlandia fue la primera nación en el mundo en
dar a todos los ciudadanos un sufragio total. El término sufragio se utiliza
también para ayudar, socorrer o estar a favor de algo o de alguien, acudir en
sufragio de alguien es ayudar tanto económicamente como físicamente. Incluso
para los católicos, el sufragio es la obra que ofrecen los creyentes por las
almas del purgatorio.
2.2. ¿Qué es el Sufragio?
El sufragio es el derecho social y
político a participar en comicios electorales, es decir, el ejercicio
constitucional de votar a los cargos públicos. En términos amplios, el término
sufragio abarca tanto el derecho a ejercer el voto (activo), junto a los
requisitos ciudadanos indispensables para hacerlo; como el derecho a postularse
para una votación (pasivo), junto a las condiciones que determinan quiénes y
cómo pueden ser elegidos.
En los modelos de gobierno democráticos,
la fuente primordial de legitimidad de un ejercicio político es, justamente, el
sufragio: la validación de un poder político o una autoridad proviene de la
elección popular y no de la designación por otros poderes. Para ello, el voto
debe contar con ciertas condiciones garantizadas:
Ø Universal. Todos deben poder votar.
Ø Secreto. Nadie debe poder saber por quién votó otro
ciudadano.
Ø Directo. El voto debe ser por el candidato electo y no por
representantes secundarios que luego votarían de nuevo para elegir al
candidato.
2.3. Características del sufragio
Los sufragios deben cumplir las siguientes
características:
Ø Universal
Ø Libre
Ø Secreto
Ø Directo
Ø Personal
Ø Intransferible
Ø Igualitario
2.4. Tipos de sufragio
En
la política, el sufragio pude ser de tipo activo, que es el derecho o la
libertad que tienen los individuos para participar en la elección de los
gobernantes de un país o de la aprobación o rechazo en algún referéndum con sus
votos; y de tipo pasivo, que es el derecho o la libertad que tienen los
individuos a presentarse como candidatos durante el proceso electoral y a poder
resultar elegidos.
El sufragio también se divide en: sufragio
universal y sufragio restringido o censitario.
Sufragio universal. El sufragio universal
es el sistema electoral en el que tienen derecho a votar todas las personas o
los ciudadanos adultos (mayores de edad, 18 años en la mayoría de los países)
de un país o Estado, o de una región, sea cual sea su sexo, su raza, su
creencia, su posición o su condición social. Los residentes extranjeros pueden votar en las elecciones locales
en algunos países.
Sufragio restringido o censitario. El
sufragio restringido, también llamado censatario, es aquel que sólo pueden
votar las personas que aparecen en una lista o en un censo, normalmente en
función de su riqueza, de su nivel de tributación, o de sus propiedades
inmobiliarias.
Sufragio
calificado. El sufragio calificado era
aquel donde sólo podían ejercerlo los hombres que sabían leer y escribir. Este
tipo de sufragio ya no existe desde la implementación del sufragio universal
como una de las características fundamentales de toda democracia.
2.5. Técnicas de sufragio
De acuerdo al ordenamiento logístico y
tecnológico del que se disponga para el ejercicio electoral, se puede hablar
de:
Voto manual. Se lleva a cabo mediante
diversos sistemas de papeletas y medios impresos, en los cuales el elector debe
marcar su elección, o de los cuales debe elegir la papeleta deseada e
introducirla en un contenedor de algún tipo. Finalmente se abren los
contenedores y se hace el recuento manual de los votos.
Voto electrónico. Se efectúa empleando un
computador especial o una máquina diseñada con fines electorales, capaz de
almacenar el voto de numerosos ciudadanos y luego transmitirlo puntualmente al
ente totalizador, dejando registro electrónico de la actividad votante sin
vulnerar la secrecía del mismo.
2.6. ¿Quiénes pueden votar?
Usualmente, el derecho a votar para elegir
cargos públicos en un país (y para postularse a los mismos) se restringe a los
ciudadanos de ese país, es decir, a quienes posean la nacionalidad pertinente y
la mayoría de edad constitucional. Esto varía según las leyes de cada nación, y
puede restringir el voto a los residentes no nacionalizados, o permitírselo
para ciertos cargos (usualmente no para los cargos de presidente y para
congresista).
2.7. El Sufragio como Derecho, como Deber
y como Función Pública
Algunos autores cuestionan la calificación
del sufragio como un derecho, dado que aquí tiene carácter obligatorio y es un
deber jurídicamente exigible: quien no concurre a votar sin causa justificada,
es multado y no puede ejercer temporariamente empleos públicos. Es importante
aclarar que el sufragio deja de ser obligatorio cuando se convoca a una
consulta popular no vinculante; en ese caso, los ciudadanos pueden optar por no
concurrir a las urnas.
Otros autores, como Sánchez Viamonte,
consideran al sufragio como una función pública, lo que implica una confluencia
de derechos y deberes: «Toda manifestación de voluntad individual que tiene por
objeto concurrir a la formación de la voluntad colectiva, con el fin de
constituir el gobierno o decidir algún problema trascendental para los
intereses de la Nación, toma el nombre de sufragio». Según esta interpretación,
la importancia del acto electoral hace que los votantes actúen como
«funcionarios públicos», pues con la acción del voto contribuyen a lograr los
objetivos del Estado mediante la integración del gobierno.
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