Carl Rogers (1961) Teoría de la Personalidad
Rogers comienza exponiendo
algunas de sus convicciones básicas, de las que la más significativa es su
defensa de la subjetividad del individuo cada persona vive en su mundo
específico y propio, y ese mundo privado es el que interesa a la teoría, ya que
es el que determina su comportamiento. Todo individuo vive en un mundo
continuamente cambiante de experiencias, de las cuales él es el centro. El
individuo percibe sus experiencias como una realidad, y reacciona a sus
percepciones. Su experiencia es su realidad. En consecuencia, la persona tiene
más conciencia de su propia realidad que cualquier otro, porque nadie mejor
puede conocer su marco interno de referencia (a diferencia del individuo
ignorante de sí mismo que suponía Freud).
Esto no implica que cada persona
se conozca plenamente; pueden existir zonas ocultas o no conocidas que se
revelarán en terapia, pero en ningún caso el terapeuta irá por delante del
propio cliente en el conocimiento del mismo. Nadie tiene mejor acceso al campo
fenomenológico que uno mismo. El individuo posee la tendencia inherente a
actualizar y desarrollar su organismo experienciante, (proceso motivacional),
es decir, a desarrollar todas sus capacidades de modo que le sirvan para
mantenerse y expandirse.
Según este postulado, Rogers
acepta una única fuente de motivación en la conducta humana: la necesidad
innata de auto actualización (ser, ser lo que podemos llegar a ser, ser
nosotros mismos, convertir la potencia en acto). Opina que no es relevante para
una teoría de la Personalidad elaborar una relación de motivaciones puntuales
(sexo, agresividad, poder, dinero, etc.). El hombre sólo está movido por su
tendencia a ser, que en cada persona se manifestará de forma distinta. En la
tendencia a la actualización confluyen, por un lado, la tendencia a conservar
la organización, obtener alimento y satisfacer las necesidades de déficit
(aire, agua, etc.), y por otro, la tendencia a crecer y expandirse, lo que
incluye la diferenciación de órganos y funciones, la reproducción, la
socialización y el avance desde el control externo a la autonomía.
Se podría considerar que el
primer aspecto guarda relación con el concepto tradicional de reducción de la
tensión (equilibrio), mientras que la segunda parte implicaría otro tipo de
motivaciones, como la búsqueda de tensión o la creatividad (desequilibrio que
se resuelva posteriormente en un equilibrio más complejo y maduro).La teoría de
la Personalidad de Rogers no se caracteriza precisamente por destacar los
constructos estructurales, sino por su incidencia en los aspectos dinámicos y
de cambio. Sin embargo, dos constructos, los conceptos de organismo y self', tienen gran importancia en la teoría y
pueden considerarse como los pilares sobre los que se asienta toda ella.
El organismo se define como una
totalidad gestáltica (una organización, una forma), integrada por aspectos
físicos y psíquicos que conforman la estructura básica de la personalidad (lo
que somos realmente). En este sentido, el organismo guarda cierta similitud con
el ello freudiano, sin que se atribuyan al organismo las cualidades inconscientes
e instintivas del ello. Para Rogers, el organismo es el centro y lugar de toda
experiencia; en él reside el campo fenoménico (realidad subjetiva o marco de
referencia individual), es decir, el conjunto total de las experiencias
(percepciones y significados), tanto simbolizadas (conscientes) como no
simbolizadas (no conscientes).
Estas últimas son consideradas
por Rogers como experiencias que operan a un bajo nivel de conciencia; fenómeno
que se denomina subcepción. Los procesos motivacionales, conductuales y
valorativo−regulatorios vistos antes son propios del organismo. El concepto de
self' o sí mismo es quizás más importante para el desarrollo de la teoría que
el anterior. En su definición del self', Rogers lo describe como un todo
gestáltico y organizado de percepciones relativas a uno mismo, accesible a la
conciencia, y que alude a las propias características y capacidades, al
concepto de uno mismo en relación con los demás y al medio, a los valores,
metas e ideales, percibidos positiva o negativamente por la persona (lo que
creemos ser).
De manera que Carl Rogers propone
la idea de que la personalidad de cada individuo puede analizarse según el modo
en el que se acerca o se aleja a una forma de ser y vivir la vida al que él
pone la etiqueta de persona altamente
funcional. Las personas altamente
funcionales se caracterizan por estar en un proceso constante de
auto-actualización, es decir, búsqueda de un ajuste casi perfecto con los
objetivos y las metas vitales. Este proceso de desarrollo personal se encuentra
en el presente, por lo que siempre está en funcionamiento. De este modo, la
personalidad de las personas altamente funcionales es, para Carl Rogers, un
marco en el que fluye en tiempo real un modo de vivir la vida que se adapta a
las circunstancias constantemente.
¿Cómo es la persona altamente
funcional? Según Carl Rogers, los rasgos de la personalidad que definen a las personas altamente funcionales están puntualizados en
las siguientes cinco características: Apertura a la experiencia: La
personalidad de la personas altamente funcional es, según Carl Rogers, muy
abierta a la experiencia, en un sentido amplio. No adopta una actitud defensiva
por defecto ante lo desconocido, sino que prefiere explorar nuevas
posibilidades. Es por eso que este tipo de personalidad se define por la
aceptación de las emociones asociadas a lo que se está viviendo, la no evitación de las
"emociones negativas" y la adopción de actitudes receptivas ante
situaciones que no son claramente peligrosas. Además del estilo de vida
existencial: Esta característica tiene que ver con la tendencia a asumir que es
uno mismo quien ha de otorgar sentido a las experiencias que se viven en cada
momento, a través de un proceso de
creación de significado.
De este modo, se deja que el modo
de vivir el día a día sea espontáneo, creativo, sin intentar que todo lo que se
percibe encaje a la fuerza en esquemas preconcebidos. El estilo de vida
asociado a este tipo de personalidad, para Carl Rogers, se caracteriza por evitar la
tendencia a prejuzgar. No se analiza el presente como
algo que debe ser explicado totalmente por las vivencias del pasado, sino que
se vive plenamente. Igualmente confianza en uno mismo: Para Carl Rogers, el
hecho de abrazar una manera libre de vivir la vida conlleva fiarse del propio
criterio y la propia manera de tomar decisiones por encima de cualquier otro
referente. La idea es que, como nadie conoce mejor que uno mismo la propia
manera de vivir la vida, no se tiende a apoyarse en códigos de comportamiento
impuestos desde instancias externas.
Asimismo la creatividad: El hecho
de que las personas altamente funcionales de Carl Rogers sean enemigas de los
dogmas y las convenciones hace que miren más allá de lo considerado como
"normal". Esto proporciona las bases necesarias para que puedan desarrollar su
creatividad. De igual modo la libertad de
elección: El carácter de ser creativo e innovador de la personalidad altamente
funcional teorizada por Carl Rogers hace que estas personas sean capaces de
encontrar nuevas opciones de comportamiento allí donde aparentemente solo hay
unas pocas. Esto define el carácter inconformista de este tipo de personalidad,
que es capaz de resolver paradojas en las que hay una aparente contradicción
entre las opciones que a priori parecen disponibles.
Por consiguiente el carácter
constructivo de este tipo de personalidad muestra una gran facilidad para dar
respuesta a todas las necesidades de manera equilibrada, de manera que las
crisis son aprovechadas como oportunidades para construir nuevas oportunidades
y encontrar maneras de alcanzar niveles de bienestar. Por otro lado está el
desarrollo personal, el cual es el motor vital de las personas altamente
funcionales. Se vive como un proceso
de cambio constante, en el que nunca se alcanza una meta final definitiva sino
que se va pasando de una etapa a otra.
Desde la perspectiva de esta
teoría se manifiestan variadas características del niño, de modo que este
percibe su experiencia como una realidad. Posee una tendencia innata a
actualizar las potencialidades de su organismo. Interactúa con su realidad en
función de esa tendencia fundamental a la actualización. En su interacción con
la realidad, el individuo se comporta como una totalidad organizada
(Gestalt).Se inicia un proceso de valoración en el que el individuo valora la
experiencia al tomar como criterio de referencia la tendencia actualizante.
De allí pues que desarrolla el
yo, como consecuencia de la tendencia a la diferenciación; como resultado de la
interacción entre el organismo y el medio. De hecho siente la necesidad de
consideración positiva, por lo tanto a medida que se exterioriza la conciencia
del yo, el individuo desarrolla una necesidad de consideración positiva. La
teoría no se interesa en saber si se trata de una necesidad
innata o adquirida. De acuerdo con Standal, que
formuló este concepto, es una necesidad adquirida, la satisfacción de esa
necesidad se logra necesariamente por medio de las inferencias obtenidas a
partir del campo experiencial de otra persona.
Debe señalarse que la
satisfacción de esa necesidad se relaciona con una gama muy amplia de
experiencias del individuo. En efecto el proceso de satisfacción de la
necesidad de consideración positiva es recíproco, ya que cuando el individuo se
da cuenta de que satisface esa necesidad en otro, satisface, por eso mismo, su
propia necesidad de consideración positiva. Es por consiguiente, que los
efectos de esa satisfacción son intensos en el sentido de que la consideración
positiva manifestada por cualquier persona se comunica, en aquel que es objeto
de ella, al conjunto de la consideración que éste experimenta hacia esta
persona.
Rogers fue el padre de la no
directividad, según él, el clima psicológico de libertad favorece el desarrollo
pleno del individuo, valoraba la empatía y la autenticidad. Todo el proceso
educativo debería entonces centrarse en el niño, no en el profesor, no en el
contenido pragmático. Para Rogers, los principios básicos de la enseñanza y del
aprendizaje son: confianza en las potencialidades humanas, pertinencia del
asunto que va ha ser aprendido o enseñado, aprendizaje participativo,
autoevaluación, autocrítica y aprendizaje del propio aprendizaje. El
aprendizaje sería tan profundo como importante para la totalidad de la persona
que se educa: no podemos enseñar a otra persona rectamente de ahí la
importancia al educador, o facilitador del aprendizaje: él debería crear el
clima inicial, comunicar confianza, aclarar, motivar con congruencia y
autenticidad, él llama a esto “comprensión empática”.
De tal manera que, el objetivo de
la educación es ayudar a los alumnos a convertirse en individuos capaces de
tener iniciativa propia para la acción, responsables por sus acciones, que
trabajaran no para obtener la aprobación de los demás, sino para alcanzar sus
propios objetivos. Algunos principios del aprendizaje,
se plantean en los seres humanos tienen natural
potencialidad para aprender; El aprendizaje significativo se verifica cuando el
estudiante percibe que la materia por estudiar se relaciona con sus propios
objetos. Es por medio de actos como se adquiere un aprendizaje más
significativo. De tal modo que la enseñanza es facilitada cuando el alumno
participa de su proceso responsablemente.
El aprendizaje auto iniciado que
comprende toda la persona del aprendiz (sus sentimientos al igual que su
inteligencia) es el más durable e impregnable. El aprendizaje socialmente más
útil, en el mundo moderno, es el del propio proceso de aprendizaje, una
continua apertura a la experiencia y a la incorporación dentro de sí mismo del
proceso de cambio. Es por ello que una persona no puede enseñar directamente a
otra, solo puede facilitar su aprendizaje. Evidentemente una persona se resiste
por medio de la negación o la distorsión a una experiencia que, al asimilarla,
provocaría un cambio en su propia organización. En resumidas cuentas la
estructura y la organización propias de una persona se vuelven rígidas bajo
amenaza y se relajan si la persona no se siente amenazada
Llama la atención, que nadie
tiene mejor acceso al campo fenomenológico que uno mismo. El individuo posee la
tendencia inherente a actualizar y desarrollar su organismo experienciante,
(proceso motivacional), es decir, a desarrollar todas sus capacidades de modo
que le sirvan para mantenerse y expandirse. Según este postulado, Rogers acepta
una única fuente de motivación en la conducta humana: la necesidad innata de
auto actualización (ser, ser lo que podemos llegar a ser, ser nosotros mismos,
convertir la potencia en acto). Opina que no es relevante para una teoría de la
Personalidad elaborar una relación de motivaciones puntuales (sexo,
agresividad, poder, dinero, etc.). El hombre sólo está movido por su tendencia
a ser, que en cada persona se manifestará de forma distinta.
En la tendencia a la
actualización confluyen, por un lado, la tendencia a conservar la organización,
obtener alimento y satisfacer las necesidades de déficit (aire, agua,
etc.), y por otro, la tendencia a crecer y
expandirse, lo que incluye la diferenciación de órganos y funciones, la
reproducción, la socialización y el avance desde el control externo a la
autonomía. Se podría considerar que el primer aspecto guarda relación con el
concepto tradicional de reducción de la tensión (equilibrio), mientras que la
segunda parte implicaría otro tipo de motivaciones, como la búsqueda de tensión
o la creatividad desequilibrio que se resuelva posteriormente en un equilibrio
más complejo y maduro.
En el desarrollo de la
personalidad el papel de la tendencia a la actualización es fundamental en el
desarrollo del self y en la dinámica de la personalidad. Para explicar el
proceso de la formación del self, a pesar de su monismo motivacional, Rogers
introduce dos nuevas motivaciones, la necesidad de consideración positiva y la
necesidad de autoestima, que se adquieren en el curso del desarrollo y que
pueden entrar en contradicción con la tendencia innata hacia la actualización.
A medida que comienza a surgir la conciencia de sí mismo, el niño desarrolla
una necesidad de recibir amor y afecto (necesidad de consideración positiva)
por parte de las personas socialmente significativas.
Esta necesidad posee una serie de
características: es universal, persistente y recíproca (la persona percibe de
forma igualmente gratificante y satisfactoria cuando él proporciona afecto a
los demás que cuando lo recibe). La necesidad de consideración positiva por
parte de sus padres es una motivación poderosa, por lo que, para conseguir su
satisfacción, el individuo puede llegar a descuidar experiencias positivas para
su propia actualización y desarrollo. De esta forma, las motivaciones
secundarias no necesariamente corren en la misma dirección que la motivación
primaria, ocurriendo conflictos motivacionales o motivaciones competitivas.
Por asociación entre las propias
experiencias y la satisfacción o frustración de la necesidad de afecto, se
desarrolla una tercera motivación, la necesidad de autoestima o auto
consideración positiva. El niño percibe que algunas de sus experiencias son
aceptadas y evaluadas positivamente por sus padres
que, en estas condiciones, le satisfacen su necesidad de amor, mientras otras
experiencias merecen su reprobación. En función de esto, el niño va aprendiendo
a valorarse a sí mismo (autoestima) del mismo modo que lo hacen los demás,
admitiendo aquellas acciones o sentimientos que han sido aceptados por sus
padres y rechazando los desaprobados.
La terapia centrada de Carl Roger
está centrada en la libertad y la responsabilidad de la persona. El hombre es
libre y responsable de sí mismo, de forma que cuando los psicoanalistas o los
conductistas dirigen el curso de la terapia están faltando al respeto a su cliente,
considerándolo incapaz, inmaduro, no como una persona libre y capaz que lleva
en su interior la solución de los problemas. Así, la relación terapéutica debe
ser la no relación; el psicoterapeuta debe ser la no persona, de forma que el
cliente, por primera vez en su vida, se encuentra con una situación en la que
se dan las condiciones para que crezca libremente como persona.
El segundo énfasis de la terapia
rogeriana está en la empatía. El terapeuta debe crear un clima en donde se
produzca la unión de los campos fenoménicos del terapeuta y el cliente. Por
tanto, el terapeuta debe tener la habilidad de renunciar por completo a su
propio marco valorativo, a su propia forma de ver las cosas, y adoptar por
completo el punto de vista del cliente. El terapeuta debe convertirse en el
cliente. (Para ello puede ayudarse de una serie de técnicas, la más popular de
las cuales es la técnica del reflejo del sentimiento o técnica del espejo,
mediante la cual el terapeuta se limita a reflejar lo que el cliente le está expresando,
afín de que el cliente, viéndose en el otro (el terapeuta), obtenga un insight,
una idea fiel de sí mismo.
Cuando esta terapia se lleva a
cabo, las condiciones de valor externo que la persona estaba incorporando en su
self se debilitan, de forma que se va reduciendo la discrepancia entre el self
y el organismo, entre lo que el cliente es y lo que el cliente cree ser.
Desaparece la sensación de amenaza, y la persona ya puede percibir
correctamente lo que antes estaba distorsionado. La persona se descubre a sí
mismo tal y como es, y además descubre que puede ser
amado tal y como es. De esta forma, coincide la motivación hacia la auto
actualización con las motivaciones hacia el amor, se restaura la totalidad
gestáltica de la persona y nace una persona plena y completa. La persona plena
tiene como características estar abiertas a nuevas experiencias, mostrar
autoestima y satisfacción no condicionada, estar libre de defensas y temores,
mantener buenas relaciones con los demás y ser autosuficiente e individualista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario