miércoles, 13 de marzo de 2019


Emilia Ferreiro y Ana Teberosky. Los sistemas de escritura en el desarrollo del niño (1979)

Los niños continuamente están en contacto permanentemente con el lenguaje escrito y desarrollan en primer lugar un conocimiento simbólico que los lleva a diferenciar lo que se lee (letras, números) y lo que no se lee (dibujos). Posteriormente ellos descubren que para leer se necesita más de una letra o símbolo lo que los conduce a las palabras. Ferreiro y Teberosky afirman que el niño debe ser considerado como un sujeto cognoscente y no como ignorante y aprovechar  ese  conocimiento inicial en su proceso de adquisición de la lengua escrita.

Las autoras sostienen que la escritura no debe verse como un producto escolar sino como un objeto cultural resultado del esfuerzo colectivo de la humanidad. La escritura cumple con diversas funciones sociales y tiene múltiples existencias, el niño ve claramente que ella sirve para infinidad de cosas: para escribir una carta, en los letreros, en la televisión, el internet, la ropa, los periódicos, etc., y el niño inmerso en este mundo de grafías intenta comprender el mundo que lo rodea.

Asimismo, consideran que los niños y niñas pasan por una serie de niveles y subniveles en el proceso de aprendizaje de la escritura, y que al ingresar a la escuela estos ya tienen muchísimos conocimientos acerca del mundo en general y del lenguaje escrito en particular ; por ejemplo: que la escritura se “hace” de izquierda a derecha, que se escribe en renglones o se lee siguiendo una línea horizontal, que los cuentos casi siempre comienzan y terminan con las mismas palabras, etc., es decir, que desde edades muy tempranas los infantes tratan de explicarse la información que les llega de diversas procedencias: empaques de galletas, refrescos, periódicos, libros y otros. Por este motivo debe tomarse en cuenta lo que los niños saben, lo cual se denomina como conocimiento previo.

En el marco de la perspectiva psicogenética, Emilia Ferreiro y Ana Teberosky, refieren que la escritura constituye un proceso de construcción, que se aprende escribiendo, por esta razón, clasificaron el proceso de aprendizaje de la escritura de los niños en cinco niveles o etapas sucesivas, en función de un patrón surgido de las investigaciones dirigidas por Ferreiro. Estas etapas, también llamadas categorías de escritura, son: escritura presilábica, silábica inicial, silábica estricta, silábico-alfabética y alfabética.

En el nivel presilábico, la escritura es un objeto sustituto, no es solamente una marca o un trazo, es la representación de algo externo, lo cual no significan que conciban la escritura como una representación del lenguaje. No hay búsqueda de correspondencia entre los grafemas y los fonemas (las letras y sus sonidos). Se utilizan letras convencionales, manifestando la exigencia de cantidad y produciendo diferencias intencionales entre las distintas escrituras. Si el alfabetizando conoce muchas letras, las utiliza todas. Si conoce pocas, varía su orden para escribir. Puede llegar a confundir letras con números. El dibujo provee una apoyatura a la escritura, como garantizando su significado.

La segunda etapa silábica inicial, es el período de transición entre la escritura presilábica y la silábica estricta. Se observan los primeros intentos por asignar a cada letra un valor sonoro silábico. Pueden predominar las vocales. Cuando el niño se le solicita que interprete lo que escribió, desliza su dedo de izquierda a derecha, sin ninguna detención, a la vez que “lee” la palabra escrita. Poco a poco, va asignando estrictamente una letra por sílaba. Comienza a haber un valor sonoro inicial.

En tercer lugar, la etapa silábica estricta es aquella en la cual el niño logra otorgarle un valor sonoro a cada una de las letras que compone una escritura. A esta altura cada letra vale por una sílaba y cada sílaba por una grafía, a esto se le llamará hipótesis silábica la cual es construcción original del niño. En esta se supera la etapa de correspondencia global entre forma escrita y expresión oral y por primera vez el niño trabaja claramente con la hipótesis de que la escritura representa partes sonoras del habla. En este nivel se presentan dos momentos. En el primero, la partición sonora no es estrictamente silábica, y en el segundo, la partición sonora es estrictamente silábica

En cuarto lugar, la fase silábica-alfabética, es un período de transición en el que el niño trabaja simultáneamente con dos hipótesis diferentes: la silábica y la alfabética. Se comienzan a usar más letras para la escritura de una sílaba, pero no para otras. De esta manera, mariposa puede ser escrita como “maipoa”. Si bien, obviamente no está escrito correctamente ya que hay dos letras omitidas, se considera un avance en la escritura del niño con respecto a sus escrituras silábicas anteriores.

Por último, en la etapa alfabética existe una correspondencia entre fonemas y letras. El niño escribe como habla. Es muy probable que el niño presente dificultades ortográficas en las que trabajará e irá avanzando de forma individual, interactuando con sus compañeros y con la ayuda del docente. En este punto, es de gran importancia decir que este es apenas el comienzo de un largo camino por la escritura, por tal razón no cabe decir que con esta última etapa concluye el proceso, por el contrario el desarrollo de las competencias escriturales es una vía en construcción.

Finalmente, las autoras hacen énfasis en un aspecto que aparentemente no es relevante pero que sin duda cumple un papel fundamental en los procesos de enseñanza-aprendizaje de la escritura, este es el ambiente. El aula rica en materiales es una fuente de información amplia y aguda; estos aportan datos esenciales acerca del tipo de situación de aprendizaje que se desarrolla en ese espacio. Porque evidentemente la selección que el maestro hace respecto a los recursos que debe usar en su clase no es casual.

No hay comentarios:

Publicar un comentario