Morris Kline (1976). Libro: el fracaso de la matemática moderna - por
qué Juanito no sabe sumar
Este autor afirma que se han escrito
cientos de nuevos textos, y millones de niños y jóvenes han sido y están siendo
enseñados con este nuevo material. Además se han publicado docenas de libros
que explican el nuevo plan a padres y maestros. El dinero, tiempo energías e
ideas invertidos en estos programas han sido enormes. Y los resultados según el
profesor Kline totalmente negativos: una generación de analfabetos en
matemáticas, con un temor sin precedentes a este campo de la enseñanza, es la
prueba más palpable del fracaso de la matemática moderna. La razón está clara:
las nuevas matemáticas están dirigidas a una reducida fracción de estudiantes
que algún día serán matemáticos de profesión. Los demás se quedan en una
formación apenas suficiente para realizar operaciones matemáticas simples, y
sin duda insuficientes para rellenar un impreso de declaración de impuestos.
Por lo cual se debe enseñar el correcto
lenguaje de las matemáticas, eliminar los planes de estudios tradicionales,
desarrollar una interpretación deductiva de las matemáticas y generar una nueva
dirección conveniente para una reforma educativa. El autor reconoce que los
antiguos métodos de enseñanza de matemáticas eran imperfectos, pero arguye que
una enseñanza que excluya los números en beneficio de unos conjuntos es
bastante vacía, no satisface los deseos ni las necesidades de la abrumadora
mayoría del estudiantado. El profesor Kline ha escrito una incisiva y razonada
refutación de la nueva matemática, unida a un persuasivo alegato acerca de la
necesidad de que los educadores admitan su error y busquen un remedio eficaz.
Cabe destacar, que la enseñanza de la
misma, debe estar en las personas adecuadas los cuales son los matemáticos de
amplia formación y los profesores de escuelas primarias y secundarias maduros,
experimentados y con una preparación suficiente. Se puede consultar a
investigadores, psicólogos y educadores ordinarios, pero no deben ciertamente
ellos quienes lleven el peso del trabajo. Por lo demás, los profesores escolares
deberían ser los árbitros para establecer qué se debe enseñar y cómo debe
enseñarse. Ellos son los únicos que han trabajado con jóvenes y que conocen la
forma de interesarles y qué grado de abstracción pueden asimilar.
La matemática no es una mera colección de
hechos y destrezas sin alma. No se trata de verdades llovidas del cielo. Los
hechos que la matemática utiliza nacieron al modo humano, arropadas por el
interés acuciante de hombres y mujeres intensamente enfrascados en resolver
ciertas cuestiones que les intrigaban profundamente. Muchas de las destrezas
que hoy se tiende a enseñar aburridamente y a utilizar con indiferencia fueron
descubiertas un día entre exclamaciones de entusiasmo y admiración. La
matemática es una ciencia lógico deductiva y ese carácter es el que debe
informar la enseñanza de la misma.
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